jueves, 25 de junio de 2015

Diario de un jueves.

Descendiendo a una estación de trenes conocida, es necesario despertar al olvido con un brindis de Sabina, para ser precisos las 21:53 h. pareciera ser la última hoja de un libro llamado Jueves, lejos de ella es el prefacio de recuerdos que se liberan, un poco en esta pagina web. 

Prefacio de Jueves, sobrevolamos espiritualmente el inmenso y profundo océano hasta Londres, fuimos de armas tomar sin chalecos antibalas, y pasamos de la raya mientras gritamos "allons enfants de la patrie" Si la adrenalina se describiera, ya están dichas en estas líneas. Mi espíritu está en paz.

Entre humos, varias imágenes y melodías las 22:03 h., los párpados pesan, llegamos a las historias de amor no correspondidas, a la estación donde desconocidos se conglomeran para una dosis de anhelos, grandes vivencias y al final... consuelos.

Notase en todo momento la conjugación de verbos de este diario en plural, es que nunca estamos solos, nunca. No entiendo exactamente esta sentencia, la tomaría como una afirmación o tal vez un deseo, entre libros de los años de 1.939 a 1.945 pareciera ser más bien un deseo.

No quisiera que este Jueves acabe con gusto a nostalgias ni tristezas, solo aclarar que estas palabras constituyen obras insignificantes, nimiedades de un reo más en este infinito azul, esperando la libertad a toda esta consciente opresión, a toda esta barbarie social.

22:04 h. el blog de un vagabundo aborda el tren hasta la próxima estación, gracias por la compañía, gracias por los murmuros, gracias por las criticas, hipócritamente gracias.